A través de un comunicado, la Iglesia Católica de México reprochó la violencia desatada la tarde del sábado durante el encuentro de futbol entre los equipos Querétaro y Atlas en el estadio La Corregidora. Asimismo hace un exhorto para hacer del deporte un espacio de integración y no de enfrentamiento.
Firmado por Ramón Castro Castro, Obispo de Cuernavaca y Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el escrito dice lo siguiente:
Conmocionados ante los violentos y lamentables hechos acontecidos el 05 de marzo del presente, en un partido de fútbol en la Ciudad de Querétaro. Actos atroces protagonizados por aficionados de ambos equipos, quienes perdieron toda cordura y con una violencia salvaje desataron fuertes enfrentamientos, ocasionando diversas víctimas, tal como se pueden observar en las imágenes que circulan en las redes sociales.
La Conferencia del Episcopado Mexicano reprocha categóricamente cualquier episodio de violencia por mínima que sea, ya que pone en riesgo la integridad, la tranquilidad y la sana convivencia pacífica entre las personas de la sociedad.
Los Obispos de México exhortamos a los clubes deportivos, a las autoridades y a la sociedad civil para hacer del fútbol y de cualquier deporte, una oportunidad para crear espacios de integración y no de enfrentamiento.
Reconstruyendo el tejido social, tan dañado y necesitado de diálogo, respeto, comprensión y tolerancia. Caminemos juntos siempre hacia el encuentro, la esperanza y el amor como una verdadera búsqueda e instauración de la cultura de paz.
La Iglesia promueve el respeto a la vida y a su dignidad, al orden y a la justicia; y como Conferencia del Episcopado Mexicano pedimos la colaboración comprometida en la construcción de paz en todo nuestro país.
Misión y deber para que todo fiel cristiano, en diálogo y unidad para que todo hombre y mujer de buena voluntad respondan al llamado del Papa Francisco para configurarnos en Artesanos de paz, garantizando una verdadera paz duradera que siga el camino del diálogo, de la educación y del trabajo para una plena realización de la dignidad humana.
Evitemos ser insensibles e inconscientes ante los acontecimientos que estamos viviendo y sufriendo como seres humanos, es decir, una crisis global derivada de una pandemia que ha cobrado la vida de millones de personas. Tampoco cerremos los ojos delante de un conflicto bélico entre naciones que podría desatar una tercera guerra mundial, con consecuencias inimaginables.
Dejemos que Nuestro Señor Jesucristo toque nuestros corazones para alcanzar un cambio en nuestra historia. Encomendamos nuestra nación, bajo el amparo y mirada tierna de nuestra Madre, la Virgen María de Guadalupe, Reina de la paz. Unidos a la Oración, a la caridad y al ayuno por la paz.
¡¡¡México, por favor necesitamos paz!!!