El mexicano regresó con una versión en «stop-motion» del famoso relato italiano de la marioneta de madera y se llevó el premio a la Mejor película animada.
«SOY MEXICANO» esa fue la respuesta que dio el director de cine Guillermo del Toro cuando le preguntaron en 2018 sobre cómo lograba el balance para ver «la oscuridad del ser humano y convertirla en historias de terror y fantasía y a la vez ser una persona alegre y amorosa».
«Soy mexicano. Nadie ama más la vida que los mexicanos porque somos muy conscientes de la muerte», respondió Del Toro.
El director de 58 años, nacido en Guadalajara, que en esta temporada de galardones ya quedó con el premio a la Mejor película animada en los Globos de Oro y, en la misma categoría, un Bafta, ambos gracias a su mágica versión del relato italiano Pinocho.
La película, hecha con la técnica de «stop-motion», superó a favoritas como «El gato con botas: El último deseo», Marcel the Shell with Shoes On y Turning Red, de Pixar.
En esta bella adaptación del relato del escritor italiano Carlo Collodi sobre una marioneta de madera que se mete en bastantes problemas en la búsqueda de sí mismo, Guillermo del Toro pone toda su experiencia al servicio de la fantasía, la narración de aventuras y su visión sobre el final de nuestro camino.
«La vida sin la muerte no tiene sentido, si algo no acaba, nunca empieza.»
La película, que se encuentra disponible en Netflix, fue codirigida por Del Toro y Mark Gustafson -reconocido por su trabajo en «stop-motion»- y tardó unos 15 años en realizarse.
«Cuando decía que quería hacer ‘Pinocho’, me contestaban que ya estaba hecho, y cuando añadía que se desarrollaba durante el ascenso de Mussolini en Italia, los estudios se echaban atrás. Los obstáculos engrandecen el cine; si los quitas, es la muerte de la industria», señaló.