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jueves, noviembre 21, 2024

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ABOGADOS
“La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia” (Eduardo J. Couture)

Lic. Francisco Sunderland Álvarez

No cabe duda que hoy día, las exigencias de la libertad humana y los requerimientos de la justicia social, constituyen las notas dominantes de la abogacía, sin las cuales, el sentido docente de esta profesión puede considerarse frustrado.

Tampoco es de dudarse que la libertad y la justicia pertenecen a un orden general, dentro del cual infieren, chocan y luchan otros valores. Por eso es que la abogacía es, al mismo tiempo, arte y política, ética y acción y, quien no entienda estos conflictos y valores ni respete a quien es congruente entre su decir y su actuar, solo puede ser alguien cegado por la incomprensión nacida de la soberbia y la avaricia.

Eduardo J. Couture, uruguayo, abogado, civilista, autor de numerosos libros, sobre todo en materia de derecho procesal civil, pero se destaca con su obra «Los mandamientos del abogado» en donde desarrolla el decálogo que se supone debe cumplir un abogado en el ejercicio de su profesión.

El primer contacto que tuve con “Los mandamientos del abogado”, fue en la materia de Introducción al Estudio del Derecho que nos impartió en maestro Genaro Ma. González en la Escuela Libre de Derecho, en el Distrito Federal quien, a la hora en que nos los dictó, cada palabra iba a parar a la esencia misma de cada uno de quienes estuvimos presentes.

Hoy, ya por internet, se pueden encontrar diversas páginas alusivas al “Decálogo del Abogado” y, he escogido para compartirles, con motivo de este aniversario del “Día del Abogado” (12.07.22) el tercer mandamiento con su exégesis (explicación, interpretación) que la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (U.N.A.M.) le autorizara a Petróleos Mexicanos para la edición del documento que contiene “Los Mandamientos del Abogado” y cuyo ejemplar nos fue obsequiado por la empresa, precisamente, en un “día del abogado”.

Y dice el Tercer Mandamiento del Abogado: “Trabaja”. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

A quien quiera saber en qué consiste el trabajo del abogado, habrá que explicarle lo siguiente:

De cada cien asuntos que pasan por el despacho de un abogado, cincuenta no son judiciales. Se trata de dar consejos, orientaciones e ideas en materia de negocios, asuntos de familia, prevención de conflictos futuros, etc.

En todos estos casos, la ciencia cede su paso a la prudencia. De los extremos que define al abogado, uno predomina sobre el segundo y el “hombre bueno” se sobrepone al “sabedor del derecho”.

De los otros cincuenta, treinta son de rutina. Se trata de gestiones, tramitaciones, obtención de documentos, asuntos de jurisdicción voluntaria, defensas sin dificultad o juicios sin oposición de parte. El trabajo del abogado transforma aquí su estudio en una oficina de tramitaciones. Su lema podría ser, como el de las compañías norteamericanas que producen artículos de confort, “más y mejor servicio para más personas”.

De los veinte restantes, quince tienen alguna dificultad y demandan un trabajo intenso. Pero se trata de esa clase de dificultades que la vida nos presenta a cada paso y que la contracción y el empeño de un hombre laborioso e inteligente están acostumbrados a sobrellevar.

En los últimos cinco se halla la esencia misma de la abogacía. Se trata de los grandes casos de la profesión. No grandes, ciertamente, por su contenido económico, sino por la magnitud del esfuerzo físico e intelectual que demanda el superarlos. Casos aparentemente perdidos, por entre cuyas fisuras se filtra un hilo de luz a través del cual el abogado abre una brecha; situaciones graves que deben sostenerse por meses o por años y que demandan un sistema nervioso a toda prueba, sagacidad, aplomo, energía, visión lejana, autoridad moral, fe absoluta en el triunfo.

La maestría en estos magnos asuntos otorga el título de “princeps fori” (“príncipe del foro”).

No se olvide que “el tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración” (7° mandamiento)

¡¡¡FELICIDADES, ABOGADOS!!!

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones.

Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.

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