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El pueblo católico de Irapuato conmemoró el Centenario de la Coronación Pontificia de la Virgen de la Soledad, patrona de Irapuato

Por el Padre Carlitos/T-informa

Irapuato, Gto. 30 de abril 2022.- Con una gran manifestación de fe y devoción mariana, el pueblo católico y la Diócesis de Irapuato, conmemoraron hoy el Centenario de la Coronación Pontificia de nuestra Señora de la Soledad, patrona de esta jurisdicción eclesiástica, con diversos actos litúrgicos.

Desde las 12:00 horas de hoy, se reunieron las diferentes comitivas para la realización del magno evento, donde se dieron cita los movimientos apostólicos y agrupaciones de los sectores de la población.

A las 16:00 horas salió la Virgen de la Soledad en su recorrido por la calle Álvaro Obregón; cargaban las andas, las cofrades de la patrona de Irapuato, provenientes de la Parroquia de Tomelopitos y Pénjamo.

Acto seguido, los cargadores de San Francisco del Convento, procedentes de diversas localidades y municipios de esta jurisdicción eclesiástica como Joya de Calvillo, Abasolo, Pénjamo, Salamanca, etc., se reunieron para iniciar su participación con el resto de la feligresía irapuatense.

Un airoso repique de campanas saludaba solemnemente a su Reina que, por casi más de cuatrocientos años, vive entre nosotros y, como escribió una vez el célebre historiador, Martin Hidalgo: “Su origen se pierde a lo largo de la historia, pero su recuerdo ha quedado en nuestra memoria”.

El tráfico vehicular se detuvo. Los lugares públicos quedaron solitarios, pues la gente se concentró en la Plaza de los Fundadores, el Hospitalito y el Jardín Hidalgo, donde pesar del sol de la tarde, vivieron tan espectaculares instantes que quizá sean irrepetibles.

El templo de San Buenaventura, mejor conocido como “La tercera Orden”, fue la suntuosa sacristía de la celebración Litúrgica vespertina de Coronación Pontificia.

Hace cien años el Padre Martin Lawers González, con el Señor Obispo Emeterio Valverde y los demás sacerdotes de la Vicaría Foránea de Irapuato, en su mayoría todos murieron mártires de la Cristera, promovieron aquella corona, corona de mártires que ahora agradecemos y celebramos junto a la historia de valentía y fuerza en épocas de dolor y cambios fuertes.

Ahora, cien años después, salieron en andas y con paso firme las religiosas del Corde Jesu (la congregación que tanto ayudó el Padre Lawers), quienes cargaban el cetro real. Los sacerdotes diocesanos cargaron la aureola de luz, rematada por la imagen del Espíritu Santo y, laicos de diferentes lugares, llevaron en sus hombros la grandiosa Corona Pontificia con la que se renovaría el acto de realeza y vasallaje.

Por lo anterior, la cabeza con Cruz alta y ciriales e incienso, se instaló en el Seminario de la Virgen Reina, pues es semillero de nuevos sacerdotes.

Con báculo en mano y Mitra en sus sienes, el Ilustrísimo Señor Cardenal Arzobispo de Guadalajara, Don Francisco Robles Ortega, presidió la Eucaristía, caminó en la procesión de entrada, acompañado por otros Señores Obispos a saber: Mons. Armando Ortiz, Obispo de Lázaro Cárdenas; Mons. José Guadalupe Torres Campos, Obispo de Cd. Juárez; Mons. Francisco González Ramos, Obispo de Izcalli; Mons. Víctor Aguilar Ledesma, Obispo de Celaya; Mons. Herculano Medina Garfias, Obispo Auxiliar de Morelia; Mons. Luis Felipe Gallardo Martín del Campo, Obispo Emérito de Veracruz; Mons. Javier Navarro Rodríguez, Obispo de Zamora; Mons. Juan Espinoza, Obispo de Aguascalientes; Mons. Alfonso Cortes Contreras, Arzobispo de León, Ilmo. Cardenal Alberto Suarez Inda, Arzobispo Emérito de Morelia y, por supuesto, nuestro Señor Obispo de Irapuato y anfitrión de este gran acontecimiento, Don Enrique Díaz Díaz.

En la homilía de la celebración eucarística, el Señor Cardenal de Guadalajara refirió momentos importantes de la historia en esta ciudad, el milagroso 30 de abril de 1812, cuando se libró de las garras de Albino García, un insurgente desalmado que cobró la vida de muchos en este Estado de Guanajuato.

Eventos tan fuertes de librar de sequia, enfermedades y cómo olvidar la época cristera, en la que los promotores de la coronacion de hace cien años, lograron servir a Dios con su martirio.

Al finalizar la homilía, se procedió a la Coronacion, donde bendiciendo cada signo, se le fue colocando a la taumaturga imagen, que fue aplaudido por todo el pueblo entre vítores, aplausos y porras de !Viva la Virgen de la Soledad!

 

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