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sábado, julio 27, 2024

Carpe diem Angustia

“Las ideologías nos separan, los sueños y la angustia nos unen”
Eugene Ionesco (1912-1994) Dramaturgo francés de origen.

Lic. Francisco Sunderland Álvarez

No solo es característico del individuo contemporáneo encontrarse en un estado de angustia sino que es inevitable que llegue al miedo y que genere pánico colectivo derivado por diversas circunstancias que a todos preocupan porque quien debe ocuparse de la inseguridad y la salud, la educación, etc., no lo hace.

Hoy por hoy, la inmensa mayoría de la población mexicana se encuentra en un estado de angustia que llega al miedo; miedo de salir, de caminar o circular por la vía pública, de ir a la farmacia, a un autoservicio, al banco, a trabajar, de esperar el colectivo, etc., y para seguir con la vida, es preciso sobreponerse y esperar que en caso necesario, la sociedad se una en contra de quienes atenten contra la vida, familia o bienes.

Hay los que temen alertar a la sociedad, con toda claridad sobre este toral problema, solo pueden tildarse de cómplices de la ignorancia y mediocridad legislativas que han generado cambios legales perjudiciales para la sociedad y obligando al Poder Judicial a que solo cumpla con el mandato legal emanado de un puñado mayoritario de diputados populistas, oportunistas e ignorantes.

Es una pena que solo lleguen al Poder Legislativo personas sin preparación jurídica alguna y, a veces, ni siquiera cuentan con la más elemental educación y lógica para actuar en beneficio del pueblo y solo destacan por la obsecuencia ciega para quienes los dirigen, mismos que, ni por asomo, son los ciudadanos.

¿No se decía que Pemex no se iba a privatizar? Ahí están ya presentes algunas de “Las Siete Hermanas”, asomando la cara, la British Petroleum y la Shell.

¿No se vociferaba que no iba a haber gasolinazos? Y hay que ver cuánto cuesta actualmente el litro de gasolina, de diesel, de gas-avión, el gas.

¿De qué ha servido el mentado “programa escudo” para la protección de la población? Sólo para el lucro de algunos y para crear inútiles y aparatosos embudos entorpecedores de la fluidez vehicular que se ponen cuando se les avisa por donde llegará algo o alguien con quien podrán justificar su presencia.

¿De qué han servido los esfuerzos en las academias de policía si a quienes promueven son los propuestos por la superioridad y no los respaldados por conocimientos, experiencia y honestidad que, seguramente es la que les ha estorbado?

Ya en algún artículo anterior que, si no me equivoco titulé “Democracia”, cité puntualmente las palabras de Montesquieu (1689-1755) que señalan: “Lo único que necesita el despotismo es el miedo. La virtud no le hace ninguna falta…”

A las personas que laboran en el área operativa de seguridad pública, son quienes primero enfrentan a los delincuentes y quienes ponen realmente su vida en la línea de fuego; son quienes han sido eliminados a mansalva y, cuando presentan a los delincuentes (si es que aparecen), después de los trámites administrativos se les turna al juez correspondiente y éste habrá de aplicar las deficientes normas emitidas por el Poder Legislativo, lo que conduce, en consecuencia que, cuando dan con los ejecutores, casi siempre quedan en libertad.

De tal manera, ¿de qué sirve que se jueguen la vida si además, cuando están haciendo la detención y, hoy día, es un hecho de que tienen que enfrentar, no solo insultos, amenazas, personales sino pedradas, tubazos o balazos por la detención que van a realizar o que realizan? Y, ¡ahh!, cuidado si ellos disparan o responden el fuego, porque entonces, los juzgados son ellos porque los Derechos Humanos no protegen a los humanos derechos, sino regularmente a quienes delinquen.

Mayor tranquilidad habría si se emitieran normas para proteger a la ciudadanía y no a la delincuencia; la paz prevalecería si los partidos políticos, ante la desesperante indolencia ciudadana, efectivamente propusieran a las personas más preparadas para ocupar los cargos y no que sean las más obsecuentes o a quienes tienen juicios civiles o penales pendientes, abiertos o archivados.

La ciudadanía ya se encuentra agotada de la tolerancia del poder público hacia quienes perjudican a la población, a la nación. Tan así que, sin necesidad de la administración pública, el pueblo ha demostrado que puede unirse y organizarse sin el estorbo burocrático, y así poder ayudar a personas y afectadas por los sismos, inundaciones, u organizarse para defenderse de la delincuencia como sea o se pueda.

Y eso es producto de la tibieza e insensibilidad de la administración pública que solo se limita a hacer declaraciones demagógicas que se han vuelto un hábito ya desgastado, toda vez que ahora ya a la población le consta que “es una época de engaño universal y que decir la verdad es un acto revolucionario”, como señala George Orwell (1903-1950), escritor británico.

No son pocos los artículos en los que he abordado el tema de la inseguridad pero ya se ha llegado a límites intolerantes. O usted, apreciable lector, ¿qué opina?

Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.

fsacomentarios@gmail.com

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