Andrés Ortiz
Guanajuato, Gto., 29 de abril del 2025. –
En la Plaza Mexiamora, una discreta placa marca la casa donde vivió Manuel Leal. Para algunos, es solo una curiosidad en el camino; para otros, el vestigio de una presencia que sigue habitando el alma de la ciudad. Pintor, cronista, maestro y, ahora sabemos, fotógrafo, Leal fue un hombre que dedicó su vida a narrar Guanajuato en todas sus formas.
Más recientemente, una exposición rescata una faceta poco conocida de este personaje entrañable: su ojo detrás de la cámara. “Punto de partida. Acercamiento al trabajo fotográfico de Manuel Leal” reúne más de 70 imágenes captadas en la década de los treinta y actualmente se presenta en el Museo Conde Rul. La muestra es un redescubrimiento: calles empedradas, rostros cotidianos, fiestas populares y autorretratos lúdicos componen un retrato íntimo de una ciudad que, aunque ha cambiado, sigue teniendo el mismo corazón.
Manuel Leal nació en 1893 en la calle Cantarranas. Estudió arte en Guanajuato y trabajó en Estados Unidos como publicista antes de volver a su ciudad para enseñarla, pintarla y escribirla. Ilustró el célebre libro Leyendas de Guanajuato, pintó murales hoy distribuidos entre museos y hoteles, y escribió textos que hoy son faros para entender el patrimonio histórico y afectivo de la ciudad.
También fue restaurador de monumentos, profesor de historia del arte y delegado de la Dirección de Monumentos Coloniales. En 1967, recibió el nombramiento de cronista oficial de la ciudad. Falleció en León en 1975, pero dejó un archivo visual que apenas comienza a ser valorado en su totalidad.
Su obra fotográfica, adquirida recientemente por el Instituto Estatal de la Cultura, supera las 800 imágenes. En ellas hay más que documentos: hay memoria, hay cariño y hay una mirada que supo encontrar belleza en lo cotidiano.
Hoy, la ciudad vuelve a mirarlo. No como un nombre perdido en una placa, sino como el hombre que dedicó su vida a retratarla y a contarla. Su legado no es pasado: es presente que nos sigue hablando.