Desde hace varios años, hay una gran parte de la población de habla hispana (no solo en nuestro país) en no aplicar algunos de los criterios novedosos de las Academias de la lengua. Este aspecto se particulariza, principalmente, en acentuar gráficamente o no los pronombres demostrativos (ese, este, aquel con sus femeninos y plurales) y el vocablo ‘solo’ como adverbio (significado equivalente a ‘únicamente’) para diferenciarlo del adjetivo ‘solo’ que nunca ha registrado tilde.
Agradezco la gentileza de mi amigo el escritor español Pablo Paniagua la sugerencia del tema. La propuesta de abordar este asunto surgió a partir del uso de las comillas: escritores de mucho prestigio usan las comillas de cierre después del punto y en 2018 las Academias de la lengua, en su Libro de estilo, se pronunciaron por que el punto se aplicara después de las comillas de cierre (».).
Desde hace varios años las Academias de la lengua han abandonado su papel normativo. Es decir, antiguamente las Academias –en particular la española– eran fieles a la divisa de la primera de ellas (por supuesto, la Española): «limpia, fija y da esplendor». Bajo esa línea, el trabajo de los académicos consistió en establecer normas a las que debían sujetarse los usuarios del idioma. De ahí surgió la idea de que todo aquello que no estuviera contemplado en el Diccionario y las Ortografía y Gramática académicas, estaba mal.
No obstante, con el paso del tiempo (y creo, sinceramente, que en ello jugó un papel relevante la Academia mexicana) cambió el enfoque. Los criterios del idioma dejaron de ser centralistas para ahora encontrarse en el conjunto de Academias. Es decir, que la Academia española dejó de ser el punto de referencia de la evolución del idioma. Eso se debe a que, a pesar de ser la zona originaria del idioma, la mayoría de hablantes no son españoles.
El otro enfoque importante fue identificar que los dueños del idioma, y por tanto, quienes establecen las normas, son los hablantes y no los académicos. Este punto resulta de lo más relevante porque el lingüista, al igual que cualquier otro científico, descubre las reglas que regulan su materia, pero no impone reglas a su objeto de estudio. Por ello, los Académicos no deberían asfixiar el idioma con la aceptación o la negación de vocablos o estilos de hablar.
De ahí que, por una parte, la Gramática académica (2009) ya no sea normativa, sino descriptiva. En el mismo marco, la Ortografía (2010) ahora sugiere, no establece de forma rígida. Eso favoreció el enriquecimiento del libro respectivo porque los lineamientos se fundamentaron, razonaron, argumentaron para presentar la opción preferente. No obstante, la Ortografía establece que si a juicio del usuario del idioma deben tildarse (acento gráfico) los pronombres demostrativos y el adverbio ‘sólo’ es totalmente válido hacerlo. Finalmente, los usuarios del idioma deben establecer el rumbo de la lengua.
Mi amigo Pablo Paniagua considera que el punto, al cerrar un enunciado, debe ir antes de las comillas de cierre cuando se apliquen. Además, argumenta, así se lee en autores de gran prestigio como Borges (.»). En este marco, si así lo considera, es totalmente válido que sus textos así los presente.
En el Diccionario panhispánico de dudas (1995) se observa un uso idéntico al que sostiene mi amigo. Sin embargo, en 2018 las Academias de la lengua publicaron el Libro de estilo. En este documento se enuncia que es preferente el punto fuera de las comillas para homogenizar su uso como cuando se aplican los paréntesis, que siempre el punto aparece fuera cuando se usa la término del enunciado en el cierre.
Así, estimado lector, usted también decide y no se considerará falta ortográfica este caso.