Por Felipe Canchola González
Algunos, independientemente de la edad, vimos morir un siglo y nacer el otro. Como humanidad, nos sentimos ufanos de la tecnología y aumentamos nuestra capacidad de asombro también con la ciencia, que hace posible lo imposible cada día. Vivimos fascinados por la adquisición de bienes materiales y la comodidad que nos brindan. Soñamos con elevar el nivel de vida y disfrutar el confort. Somos prácticos, positivistas y funcionales. Pero nos convertimos ya, solo en consumidores globales.
Dicen que” cuando el dedo señala la luna”, el imbécil mira el dedo. Ser mejores personas cada día, es la luna que se nos señala. Sin embargo, vivimos observando el dedo del materialismo, la ignorancia, la demagogia, la pobreza, la injusticia, la inseguridad, la contaminación y demás males del planeta, con una indiferencia casi robótica, con el “valemadrismo”. Ser mejores personas, es una emoción vital que se nos extravió en el sótano del subconsciente. ¿Así seguiremos?