“Las leyes inútiles debilitan a las necesarias.” — Montesquieu
Lic. Francisco Sunderland Álvarez
Después de esa descarada farsa que ya adivinábamos las personas con capacidad de pensar con independencia y libertad; después de diversos análisis sobre los argumentos encontrados y ante una multitud de opiniones sensatas sobre la inconveniencia de la remoción masiva del Poder Judicial, ésta se llevó a cabo.
Este daño a la sociedad mexicana, en primera instancia, y a todo el entorno social que radique en México o empresas que quieran asentarse en este país, ha logrado que se pierda la confianza respecto a alguna posibilidad de justicia en México.
Se ha causado un enorme daño no solo a las personas, sino a todo el sistema jurídico que ofrecía posibilidad de garantía y reflexión ante los casos que se presentaran.
Una obra chabacana, grotesca y simulada por un remedo de elección carpera para poner a un puñado de personas que, la mayoría en contubernio con una camarilla de ignorantes, pone en tela de juicio no solo el derecho, la justicia, la equidad, sino, sobre todo, la ética, la decencia, la paz.
Lo que ha venido a demostrar esa pléyade es que ha creado un “Frankenstein” del Poder Judicial, todo parchado y que fue el resultado de una venganza arrabalera, de una falacia política y de una sociedad indolente y pusilánime, en especial de aquellos que se supone son los paladines y defensores de lo justo, de lo equitativo, de lo ético, de lo moral y todo apegado a derecho.
Todo parece indicar que, guste o no, una enorme mayoría de personas (en particular, abogados) no actuaron, no opinaron, guardaron un silencio —no prudente, sino cobarde— ante ese capricho bananero por el temor a que los pudieran registrar, grabar, exhibir por las opiniones contrarias a la imposición dictatorial.
Se precisa señalar que quienes guardaron silencio es porque, al sumarse a esa farsa con su silencio, traicionaron a nuestro querido México. Esas personas forman parte de este desastre que provoca que se caiga en un fango del que va a ser sumamente difícil salir y, cuando lo haga, habrá pasado mucho, mucho tiempo.
Emitir alguna opinión o apoyo manifiesto a las inconformidades del personal del otrora Poder Judicial, en caso de que hubiese habido alguno, seguramente se realizó “bajo el agua, por cuerda separada”. Pocos, muy pocos alzamos la voz solidaria ante ese desbarajuste.
Y se dice que se estudió Derecho para buscar una mejor sociedad, una sociedad pacífica regida por normas comunes derivadas de una rama esencial, fundamental: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Lo que creo verdaderamente es en la existencia y respeto a un verdadero Estado de Derecho; un Estado de Derecho que es, como dijo Immanuel Kant, aquel “conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos”.
Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones.
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