Juan Miguel Alcántara Soria
México transita a un cambio de régimen político, y buena parte del pueblo no se ha percatado. Al aprobar el Congreso de la Unión la reforma del poder judicial de Obrador -de no revertirse en lo interno por la Suprema Corte de Justicia, y al final, por la Corte Interamericana de Derechos Humanos-, concentrará en el partido del presidente, si no es que en él mismo (otro Maximato, he dicho antes), el control de los tres poderes públicos, prohibida en la misma Constitución. Disolverá la división del poder, condición necesaria de todo Estado de derecho democrático. Como demoledor de los procesos constitucionales fue su aprobación. Uno de los datos a juzgar es el de la extorsión o chantaje a por los menos seis senadores de oposición, ya evidenciada, para lograr que la mayoría oficialista en el Senado obtuviera las dos terceras partes para aprobarla. Con amenazas de expedientes judiciales, por un lado, y con millones de pesos y puestos públicos, por otro. Garrote y zanahoria. Relevante, para efectos de anular este proceso de reforma a la Constitución, será reconocer en tribunales que no hubo deliberación democrática, ni en la actual legislatura de las Cámaras del Congreso de la Unión, ni en los Congresos de los Estados, que la aprobaron de inmediato, sin deliberación alguna exigida en todo régimen democrático, a la vista de todos.
Entre los chantajeados está Miguel Ángel Yunes Linares, senador suplente de su hijo por Veracruz. En 2010 Felipe Calderón lo hizo candidato a gobernador, por acuerdos con Elba Esther Gordillo. Con Ricardo Anaya y luego Cortés, los Yunes tuvieron patente de corso. Hoy el gobierno de Obrador amenazó a estos, y traicionaron a sus electores, al PAN, al país. El presidente del PAN es responsable en la entrega de candidaturas a sus cuates Yunes.
En estos días de fiestas patrias, cuestionemos el sentido de su celebración. Y el de nuestro patriotismo, que no hay que confundir con el patrioterismo infantil, superficial, pitero. Al hacer estudios en Madrid, tuve oportunidad de escuchar a Jürgen Habermas, filósofo alemán, en la Universidad Complutense, en la cátedra “Facticidad y validez” del doctorado en derecho constitucional, quien ha postulado el “Patriotismo constitucional”. Supone una identidad nacional, como cultura política común, y una concepción participativa de la ciudadanía enfocada en la promoción del bien común basada en los derechos humanos (como los reconoce el Art. 1° constitucional, pilar de nuestra organización política) y que abarca la democracia y al Estado constitucional. Para Habermas el Estado constitucional es expresión de una forma de vida particular, concreta, diferenciable. En el caso de México, con la pluralidad de culturas que abarca, se requiere que el proceso de formación de la voluntad política de los ciudadanos esté orientado a hacer realidad los derechos fundamentales de todas y todos, previendo una instrumentación correctora, eficaz, para cuando no se siguiere esa orientación, especialmente si se deja a las minorías sin protección, en inferioridad de condiciones.
Antes, cuando yo terminaba estudios profesionales, trabajé en una empresa en la cual uno de los directores era francés, Jean François Thions. Me compartía su percepción y razonamiento de México: Ustedes tienen inmensos recursos naturales y culturales. Pero no los valoran ni cuidan. Nosotros (europeos), sobre todo luego de dos guerras (se refería a las del siglo XX) apreciamos desde un pedazo de papel para envolver un trozo de pan o mantequilla, o el agua de la lluvia que recolectamos. Y las instituciones que después nos dimos.
En los tiempos que se avecinan es factible toquemos fondo en México -se revierta o no la reforma al poder judicial-. Será doloroso, más para los más pobres, pero probablemente sea condición que posibilite no seguir distraídos, haciéndonos tontos. Atender y entender nuestra tragedia. Y construir, desde los cimientos, un Patriotismo constitucional propio, con una participación ciudadana vigorosa, que privilegie la búsqueda del bien común, reconociendo la diversidad de culturas y visiones políticas del país, hoy negada por el déspota en el poder.
¡Viva México!¡Viva la independencia de poderes!