Irapuato, Gto., 17 de junio de 2025.
Ante el creciente riesgo de enfermedades relacionadas con una mala alimentación, autoridades de salud de Irapuato hicieron un llamado urgente a reforzar la cultura nutricional entre las familias, especialmente en la población infantil y juvenil.
Eduardo Tovar Guerrero, director de Salud Municipal, subrayó que la salud alimentaria debe ser abordada desde lo más básico, con herramientas educativas como el Plato del Bien Comer y la Jarra del Buen Beber. Estos referentes, dijo, son esenciales para que niñas, niños y adolescentes desarrollen hábitos saludables desde la escuela y el hogar.
“La salud alimentaria está directamente ligada a la salud pública. Si no enseñamos desde pequeños qué alimentos son buenos, qué porciones deben consumirse y cuáles ingredientes evitar, perpetuamos riesgos como obesidad, diabetes e incluso cáncer”, advirtió.
Contra la comida chatarra, desde la raíz
Tovar Guerrero recordó que, actualmente, está prohibida la venta de alimentos ultraprocesados al interior de escuelas de nivel básico. Sin embargo, reconoció que esta medida debe complementarse con acciones más integrales, como la regulación de los puestos ambulantes que se instalan en las afueras de los planteles.
“No todos los vendedores informales ofrecen comida chatarra, hay quienes venden fruta picada o gelatinas. Pero sí es necesario revisar en qué condiciones se venden esos alimentos y qué ingredientes contienen”, explicó.
Además, destacó que más allá de azúcares y harinas, muchos productos contienen sustancias poco conocidas pero altamente peligrosas, como tartazina, etiloxiquina y colorantes artificiales (amarillos, verdes, morados) que no son digeribles por el cuerpo humano y podrían estar asociados a enfermedades como el cáncer.
El director de Salud insistió en que la clave está en la educación alimentaria, tanto en las aulas como en casa. “Hay personas que creen que dar un jugo de naranja natural a un niño es sano, sin saber que puede contener el equivalente en azúcar a seis naranjas exprimidas”, ejemplificó. Agregó que es vital que padres y madres conozcan las porciones adecuadas —por ejemplo, medio plátano o medio mango en vez de una pieza entera— y que comprendan el verdadero impacto de los ingredientes ocultos en productos aparentemente inofensivos.
También se refirió al fenómeno del lunch americanizado, en el que algunos padres incluyen productos ultraprocesados en las mochilas de sus hijos, como papas fritas o dulces con sellos de advertencia. En algunos casos, incluso se les proporciona para su reventa dentro del plantel.
“Hay maestras que nos reportan cómo los niños llevan productos prohibidos, no para consumirlos, sino para venderlos. Es un reto educativo y cultural, que requiere del involucramiento total de las familias, docentes y autoridades”, señaló.
Desde la Dirección de Salud, se trabaja en colaboración con la Jurisdicción Sanitaria, la Secretaría de Educación y la Dirección de Mercados para difundir esta información, tanto en las escuelas como en espacios comunitarios como los parques vecinales.
Asimismo, el funcionario insistió en la necesidad de campañas más específicas que alerten sobre sustancias químicas usadas como saborizantes, colorantes y aromatizantes, cuyos efectos a largo plazo aún no han sido suficientemente legislados. “Los sellos solo nos dicen si hay exceso de azúcar o sodio, pero no advierten del riesgo cancerígeno que pueden tener algunos ingredientes”, comentó.
Así pues, el director finalizó haciendo un llamado a priorizar la salud alimentaria como un eje de salud pública y prevención de enfermedades. “La Coca-Cola nunca debería darse a un menor de cinco años, pero vemos que hay bebés tomando refresco en biberón. Eso habla de una falta profunda de información. La cultura alimentaria no es opcional, es urgente”, concluyó.