Juan Miguel Alcántara Soria
“Narcoestado”. Esa es la realidad, el problema de México al permitir el gobierno de la 4t que el crimen organizado disponga de la fuerza que debía ser monopolio del Estado. Al narcopoder lo dejaron extender, y controlar gran parte del territorio nacional, confundiéndose gobiernos con criminales, Y reclutar por la fuerza o voluntariamente a miles de jóvenes, robar patrimonios a agricultores y pequeños empresarios. Su letalidad es brutal: De los 120,463 homicidios en tiempos de Calderón, pasaron a más de 156,000 con Peña, para llegar a 202,336 ejecutados en el sexenio de Amlo. Los desaparecidos con Calderón fueron 16,889; con Peña 32,682 y con Amlo 54,049; en el primer año de Sheinbaum van más de 15 mil. Las extorsiones y los actos de corrupción se multiplican. Pero el gobierno dice tener otros datos.
Ante la inseguridad, el desempleo, la corrupción, la falta de oportunidades, los jóvenes nacidos entre 1996 y 2010, conocidos como la Generación Z, convocaron a marchas este 15 de noviembre en más de 90 ciudades del país, y algunas de Canadá, Estados Unidos, Holanda, España y Alemania. Vestidos de blanco y con la bandera de México. Son una generación que está viviendo en peores condiciones que sus padres. Mis hijas me dicen que el trabajo y patrimonio que yo obtuve antes de los 30 años la Generación Z no los podrán obtener. Son 30.4 millones de jóvenes, entre 15 y 29 años, que representan el 23.2 por ciento de la población total del país. Buena parte están frustrados, desesperados.
Pascal Beltrán del Río escribió el viernes en Excelsior, “Generación Z: el malestar que el poder pasa por alto”, de recomendable lectura: “La Generación Z ha heredado un sistema de marcada desigualdad a pesar de su preparación académica. Los datos del Inegi de 20244 son contundentes: 60 de cada 100 jóvenes cuentan con educación media superior. Sin embargo, esta alta escolaridad no se traduce en estabilidad laboral, sino en precariedad. El indicador más crítico es que 69.5 por ciento de la Población Económicamente Activa joven (15 a 29 años) trabaja en la informalidad, proporción mayor a la del promedio nacional.
“Esto significa que, a pesar de su esfuerzo educativo, seis de cada diez jóvenes mexicanos se enfrentan a bajos salarios, falta de prestaciones, y la posibilidad casi nula de construir un futuro con certeza. Dicha precariedad se refleja también en su estado civil, con 72.9% de los jóvenes reportados como solteros, interpretando esto como la postergación de la entrada plena en la vida adulta ante la dificultad para alcanzar la estabilidad financiera necesaria.
“Este es también el grupo de edad con mayor propensión a ser asesinado (el homicidio fue la primera causa de muerte en 2024 para quienes tenían entre 15 y 24 y entre 25 y 34 años). Asimismo, el que mayor número de desapariciones registra (cuatro de cada diez de los 13,192 casos que se contabilizaron el año pasado se dieron en el grupo de edad de 15 a 29 años). El perfil psicosocial de la Gen Z se articula a través de la regla de las cuatro íes: irreverencia, inmediatez, inclusión e incertidumbre. Son críticos, rechazan las verdades absolutas impuestas por sus mayores y han demostrado un desapego por la organización social tradicional…”
Sheinbaum sigue furiosa. Volvió con su cantaleta maniquea, ahora sobre la marcha del sábado 15: dijo fue convocada por la derecha, por bots o cuentas automatizadas, por empresarios y hasta por extranjeros. Al usar anteojeras ideológicas no capta la realidad de crisis estructural que la Gen Z vive y denuncia (y otras) sobre informalidad laboral y falta de oportunidades para vivir en paz y dignamente.
La frase “Narcoestado” fue pintada por jóvenes de “Somos México”, partido en formación, en las vallas que Sheinbaum ordenó levantar frente a Palacio Nacional, pretextando que ese muro era para proteger a participantes en la marcha en la ciudad de México. El grito de los jóvenes resonará y no sabemos hasta donde tendrá eco. El homicidio de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan, agregó valor, motivos y razones exponenciales para exigir el cambio de rumbo, de las estructuras políticas, económicas y sociales, que permitan una vida mejor y más digna para todas y todos.




