Venezuela, 3 de septiembre del 2025. – Una lancha rápida que zarpó desde la costa venezolana fue interceptada y destruida por fuerzas estadounidenses en el Caribe, dejando once muertos. Desde Washington, Donald Trump, nuevamente en la presidencia, anunció la operación como un “mensaje contundente” contra el narcotráfico.
El Pentágono difundió un comunicado acompañado por publicaciones en redes sociales, donde Trump aseguró que “Estados Unidos no permitirá que los cárteles sigan actuando con impunidad”. Según la narrativa oficial, se trató de un golpe quirúrgico contra el Cartel de los Soles y otras redes criminales venezolanas.
Fuentes militares confirmaron que el barco fue detectado mediante vigilancia aérea y satelital, y posteriormente alcanzado por un proyectil lanzado desde un destructor estadounidense. La destrucción fue inmediata, sin bajas del lado norteamericano ni intento de abordaje previo. 
Mientras en Trinidad y Tobago hubo respaldo total —su primer ministro pidió “eliminar violentamente” a narcotraficantes—, en Venezuela la reacción fue opuesta. El gobierno de Nicolás Maduro acusó a Estados Unidos de fabricar pruebas con inteligencia artificial, calificando la operación como una escalada imperialista.
La situación se agrava al confirmarse que este ataque forma parte de un despliegue militar más amplio en el Caribe, con destructores, submarinos y fuerzas especiales movilizados bajo la bandera de la lucha antidrogas.
El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, advirtió que “esta no será la última acción”, anticipando más operaciones en los próximos días. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos alertaron sobre el riesgo de normalizar ataques militares sin transparencia ni supervisión independiente, comparando este escenario con las intervenciones unilaterales de Estados Unidos en América Latina durante el siglo XX.
