Andrés Ortiz
Altamira, Tamaulipas., 19 de septiembre del 2025. –
Lo que comenzó como una manifestación pacífica terminó en agresión física contra el director del Cetis 78, Julio César Barrón, golpeado por un grupo de sus propios estudiantes. El ataque, captado en videos difundidos en redes sociales, muestra cómo los jóvenes lo rodean, lo insultan y lo derriban con puñetazos y patadas incluso cuando ya estaba en el suelo.
La protesta había sido convocada por alumnos para denunciar acoso, discriminación, imposición de reglas arbitrarias y presunta negligencia de las autoridades escolares. De acuerdo con los propios estudiantes, la intención era realizar una jornada pacífica para visibilizar inconformidades que —aseguran— nunca fueron atendidas. Sin embargo, la tensión escaló y derivó en la agresión contra el directivo.
La Secretaría de Educación Pública suspendió las clases presenciales en el plantel y decretó actividades a distancia. Hoy viernes se retomaron las clases con una jornada especial por la paz, orientada a la reflexión y a la convivencia armónica. Al mismo tiempo, la dependencia anunció que se investigará al personal directivo y se dará seguimiento a las denuncias de la comunidad escolar, en particular aquellas relacionadas con violencia y acoso.
Los alumnos han insistido en que la violencia no era el objetivo de su protesta. A través de mensajes en redes sociales, afirmaron que lo ocurrido refleja la frustración de sentirse ignorados durante meses, señalando que el mismo director fue despedido de otro plantel por las mismas acusaciones. En su versión, el silencio institucional alimentó un ambiente de tensión que terminó en estallido.
El caso no es aislado. En los últimos años, episodios de violencia en escuelas mexicanas han expuesto un patrón de omisión y desatención: desde la fractura de cadera de Fátima en Iztapalapa, hasta la muerte de Adriel en Hidalgo tras una golpiza, o la agresión fatal contra Norma Lizbeth Ramos en el Estado de México. Todos, casos donde las denuncias fueron minimizadas hasta que la tragedia se volvió inevitable.
La agresión en Tamaulipas revive preguntas urgentes en redes sociales, donde los estudiantes se han encargado de contextualizar a las demás personas; ¿por qué los protocolos escolares no protegen a tiempo a víctimas de acoso? ¿Qué responsabilidad tienen las autoridades cuando los estudiantes optan por la violencia como único medio para ser escuchados?




