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viernes, noviembre 28, 2025
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LA SOBREMESA

Para vivir mejor.

Gabriel Espinoza

Hace algunas semanas festejaba mi cumpleaños y como lo hacemos de manera cotidiana, nos salimos los 4 a cenar para festejar; comiendo y platicando en torno a una mesa, así fue la velada.

Pasaron los días y seguía pensando en la trascendencia que implica sentarse en torno a una mesa con la familia, todos lo que puede pasar, ese espacio que todos los hogares tienen y que vale la pena dimensionar como las familias lo pueden aprovechar.

Una mesa, esa tabla, normalmente de madera que encuentras en todos los hogares donde las familias suelen unirse, refugiarse, desprenderse de si para los demás. Claro, no concibo una casa sin una mesa

En ese sentido me quiero permitir retomar una charla del Obispo José Ignacio Munilla, Obispo de Alicante que hablaba no solo de la mesa, sino de la sobremesa; y lo conecto con la columna anterior, donde hablábamos de la importancia de desarrollar habilidades en nuestras familias para tener no solo mejores hijos, se mejores padres y construir mejores familias; en la mesa se dialoga y en la sobremesa más.

Recuerdo que el Obispo Munilla hablaba del término sobremesa como un término que solo existe en nuestro idioma pues ninguna otra lengua tiene un nombre especifico para ese momento que nace donde termina la comida y comienza el diálogo en familia o entre amigos.

Debemos reconocer que vivimos tiempos donde cada día más se van rompiendo vínculos, donde el yo se impone al nosotros y donde en este ritmo las familias se van disgregando. Donde se rompe la familia inician muchas de las grandes crisis de nuestra sociedad.

Hoy en muchas familias come cada uno a la hora que quiere, los que se sientan juntos están más pendientes del celular que de quien está sentado junto a ellos, a veces los hijos solo van a la cocina por su plato y se ven a comer a su recamara;usted sabe mejor como se come en su familia.

Pero vamos por partes; la apuesta es revalorar el comer en familia, sentarnos a la mesa y hacer de ese espacio un refugio para la familia, el comer juntos abre un universo de posibilidades de crecer juntos, de hacer comunidad. Y esto aplica por supuesto también a las comidas con amigos, que luego nos hacen tanto bien.

“Pásame la sal”, “¿Te sirvo un poco más?”, “Que rica esta la comida” “pásame una tortilla, así con tu mano, no pasa nada” son algunas de las frases que en todas las mesas escuchamos y que traen detrás mucha riqueza.

En la mesa, durante la comida, ejercitamos la cortesía, el servicio, el respeto, la tolerancia, la gratitud, pero sobre todo el diálogo.

En la mesa nos vemos todos a todos y el diálogo se da con palabras, pero también con miradas y hasta con silencios; en la mesa todo comunica.

Comer juntos nos recuerda que somos comunidad, que no somos autosuficientes y que todos necesitamos de los demás, por eso es muy valioso valorar como comemos, que comemos, con quien comemos y gracias a quien comemos.

Si decidimos comer en familia les aseguro que la comida no termina cuando se recogen los platos, ahí continuamos y comienza un espacio para un diálogo franco.

¿Cómo nos fue en el trabajo?, ¿Qué planes trae cada uno?, ¿Qué nos preocupa?, ¿Qué podemos hacer el uno por el otro? Son algunas de las preguntas que en la sobremesa se resuelven.

En estos espacios se fortalece la identidad y el sentido de pertenencia, aquí es donde los hijos conocen las historias de familia, conocen más de los papás, abuelos, tíos, vecinos y amigos de nosotros como papás, también conocemos quéhacen nuestros hijos, quiénes y cómo son sus amigos, qué les preocupa y que sueños tienen.

En términos de amistad, es en la sobremesa donde abrimos el corazón y nos permitimos compartir sueños, aspiraciones y motivaciones; y terminamos construyendo proyectos.

Ayer mismo desayuné con 3 entrañables amigas, con quienes se nos fueron las horas analizando nuestra realidad y buscado alternativas de desarrollo para nuestros niños y jóvenes, cuando nos levantamos de la mesa todos nos levantamos sabiendo un poco más y con el compromiso de seguir haciendo cosas juntos. Algunos proyectos importantes nacieron así, en una comida o en una cane asada.

Me he dado cuenta al escribir estas líneas que uno de mis libros favoritos se da en una sobremesa analizando que es la felicidad y quien es el hombre feliz, estoy hablando de “De la vida feliz” de San Agustín, que mucho les he presumido y que les vuelvo a recomendar.

Y como dice el Obispo Munilla, dialogando en familia haremos mejores hijos, seremos mejores padres, tendremos mejores familias y terminaremos teniendo mejores comunidades.

Date la oportunidad, inténtalo y veras todo lo que puedes lograr

Y mientras nos leemos nuevamente, buen provecho, disfruta tu sobremesa y nos vemos en la siguiente entrega.

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