Andrés Ortiz
Irapuato, Gto., 28 de julio del 2025. –
En el corazón del Centro Histórico, entre calles como Galeana, Ramos Arizpe, Ramón Corona y 5 de Febrero, se respira algo más que historia: el miedo. En los últimos meses, comerciantes y vecinos han sido blanco constante de robos, asaltos a mano armada y ataques relámpago cometidos por delincuentes a bordo de motocicletas.
La situación ya ha provocado lo impensable: cierres de pequeños negocios que apenas empezaban a levantarse. Fruterías, tiendas de abarrotes y changarros que surgieron con mucho esfuerzo han bajado la cortina. No por falta de ventas, sino por hartazgo e inseguridad.
“La mayoría de los negocios ya han sido asaltados”, asegura Juan Francisco, encargado de una tortillería en la zona. “Las personas también. Muchos ya tienen miedo de ir solos, sobre todo las jovencitas, las mujeres. Ellas también han sido asaltadas. Aquí vinieron dos veces a una frutería nueva y mejor cerró. Yo mismo ya he vivido situaciones aquí adentro del local: llegan rápido, hacen lo suyo, y cuando la policía llega, ya no hay nadie que perseguir”, explica.
Los ataques no distinguen horario. Comerciantes reportan que incluso desde las 6:00 de la mañana, hay robos a plena luz del día. Varios vecinos han optado por salir solo en taxi o en transporte privado para evitar ser víctimas.
En la calle Terán, María, encargada de una tienda, confirma la percepción: “En las calles más solas, como por Jesús García, ha habido mucho robo de celulares y cosas así. Yo no he llamado a la policía porque, pues la verdad, ya ni caso tiene. Cuando llegan, ya no hay nada. Todo pasa demasiado rápido”.
En 5 de Febrero, María José cuenta que, aunque personalmente no ha sido víctima, otros trabajadores y vecinos en la zona de Santos Degollado sí han sufrido asaltos recientemente: “Fue hace dos o tres meses. Desde entonces estoy más alerta, pero la situación no mejora. Está muy inseguro”, dice con cautela.
El patrón se repite: ataques veloces, respuesta tardía, silencio institucional. Pese a que algunos comerciantes afirman que hay rondines o presencia de veladores, también coinciden en que no alcanza. La vigilancia es escasa y la delincuencia parece llevar la delantera.
Mientras tanto, los negocios cierran, el centro se vacía de confianza y los testimonios se apilan como evidencia de una crisis que avanza sin freno.
