Jorge Marcelino Trejo Ortiz
La relación que tendrá México (los mexicanos y su Presidenta la Doctora Claudia Sheinbaum) con el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, no es un misterio porque ya tuvimos una experiencia con su primer mandato, y no fue de lo más terso, sino al contrario.
En su reciente campaña electoral, el republicano Trump dijo que condicionó y sometió a su presidente, ( Ya sabemos quien), para que realizara un control más estricto en el tema migratorio y la misma exigencia fue en el asunto del narcotráfico.
También, fue parte de su discurso, Trump amenazó con arremeter a base de bombardeos en contra de los cárteles del crimen en México, además de obligar a que el gobierno mexicano actúe en ese tenor, ante el riesgo de convertirse en narcoestado.
Tan solo de imaginar que los norteamericanos realizaran una guerra contra el narco mexicano, a base de bombardeos, tenemos que pensar en consecuencias similares a las de la guerra de Israel en contra de la milicia terrorista de Hamás, en donde a la postre se ha cometido un genocidio hacia el pueblo palestino.
No obstante, es mejor pensar que todo eso fue un exabrupto de campaña, porque ni México ni el mundo verían bien una invasión de ese tipo; mas, en la mente y en las acciones de un lunático, todo es posible.
Quedó en el ayer y en la nostalgia pensar que, por primera vez en la historia, Estados Unidos hubiera tenido una mujer Presidenta en la persona de Kamala Harris: mayor entendimiento entre mujeres mandatarias de ambos países que no será posible, ni modo.
Ya corrieron y siguen corriendo ríos de tinta del porqué ganó Trump la Presidencia de EU. Cómo fue posible que incluso migrantes latinos y estadounidenses afroamericanos, además de muchas mujeres, hubieran optado por la persona de Trump, pese a que muchas encuestas le daban una leve ventaja a la candidata demócrata.
Todo el mundo quedó estupefacto con el holgado triunfo de Donald Trump y su mayoría relativa en el Senado y en la Cámara de Representantes, pero ningún país más asombrado que México (tan lejos de Dios…), o bueno, posiblemente también Canadá, que es la segunda frontera hacia el norte.
Retomando el título de este artículo, de qué es lo que podemos esperar ante el nuevo mandato de Donald Trump, principalmente será lo que de manera diplomática se pueda lograr y en ello está fincada la esperanza de una relación franca, directa, respetuosa y digna.
Se requiere que todo México esté unido y terminen las confrontaciones ante cualquier intento de intromisión y más aún en caso de agresión. Una cosa distinta sería la colaboración de ambas naciones en la guerra en contra del crimen organizado.
El primer acercamiento, con una llamada telefónica entre el Presidente electo de EU y Claudia Sheinbaum, fue positivo y hasta cordial porque, según ella, se felicitaron mutuamente por sus triunfos y al referir Trump el tema migratorio, Claudia le indicó que ya habrá tiempo de tratarlo.
La Agenda bilateral es amplia y tiene que incluirse el tema migratorio, en el que se debe asumir una política de compromiso y exigencia de acciones hacia los países expulsores de migrantes y no solo de Latinoamérica, sino de Asia, África e India.
El tópico de la seguridad nacional de EU, fincada en el asunto del narcotráfico principalmente, fue otra bandera “trumpiana” y tiene que ver con que ambos países deben evitar el paso de drogas, especialmente de fentanilo, que, según informes, causa la muerte de 100 mil personas al año en EU, pero que, de acuerdo con Trump, son 300 mil.
Decía un maestro mío, todos los problemas familiares caen finalmente en el aspecto económico y, en ese sentido, nuestro gobierno federal deberá estar al pendiente de la renegociación del T-MEC, en específico en los temas automotriz y agrícola.
Trump ha resaltado un sesgo nacionalista y proteccionista de su país ante sus principales socios comerciales como son Canadá y México, así como ante otras naciones del mundo. Claudia Sheinbaum deberá hacer lo propio con astucia e inteligencia.
Jmto231967@gmail.com
