La indignación es el enojo, ira o enfado vehemente contra una persona o contra sus actos.
Lic. Francisco Sunderland Álvarez
Y eso es precisamente lo que me invade, un enorme sentimiento de indignación y coraje. Así me lo han manifestado muchas personas, sobre todo abogados. Y es que, en lo particular, hace años dejé de ser Abogado y solo he quedado como Licenciado en Derecho, aunque esto no causa óbice para indignarme con la organización porril de un fósil frustrado al que, sin embargo, hay que reconocerle su gran capacidad para convocar, reunir, comprar y aglutinar a sus similares.
Y esos silentes seguidores ya humillados, se concluye que mansamente reciben, calladamente, su porción de “apican” para que crean que comieron “pedigrí” y ladren cuando se les ordene o, sus sardinitas, para que aplaudan cuando se les indique; o carnaza, cuando se les mande, para que se transformen en una turba vergonzosa, en donde la plebe conforma un hervidero en el que las pasiones se inflaman por temor al castigo de perder sus prebendas, desapareciendo el sentido de la vergüenza, rodeen vehículos para amedretar o “poner ejemplo” de hostigamiento.
Así, la muchedumbre adquiere, por su número, un sentimiento de poder con el que da rienda suelta a instintos que, de hallarse cada individuo solo, habría tenido que mantenerse refrenado. Como se dice en México a esa calidad de montoneros: “No son machos pero son muchos.”.De esta manera son fáciles de guiar y pueden ser movidos por la más pequeña fuerza: “la consigna”, a cambio del miedo de que les sean quitadas sus prebendas.
Y siendo que la consigna procede del vértice más alto de la pirámide, sienten que tienen patente de corzo para causar daños o lesiones en bienes o personas. Aún más, saben que ni siquiera va a llegar elemento alguno de seguridad pública porque ellos están cumpliendo una orden del “manda-más” que observa, maquiavélicamente, tras el vidrio blindado de un balcón atisbando tras una cortina ornamental en donde con su trémula figura verifica como se cumplen sus órdenes.
Esa intimidación hacia uno o varios miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, busca ser tan intimidatoria como la de la práctica de algún porro universitario arropado por su pandilla y arengando a la turba para que no ceje.
Pero ojo, esto no ha sido una manifestación – y menos pacífica de oposición alguna -, eso ha sido un zafarrancho orquestado y con lineamientos marcados. Ese exhibicionismo de incultura, de despropósito, de “te advierto lo que te puede pasar sino no te doblegas ante mí” no es más que una acto de barbarie ante la “capitis deminutio” que impera para unificar al país.
Otro pasito hacia la dictadura sobre un pueblo inerme, con una parte de su población pensante pero pasiva, y, otra parte, inculta pero bien alimentada para ser usada como “carne de cañón.”
Decía Epicteto “que el hombre sabio no debe abstenerse de participar en el gobierno del Estado, pues es un delito renunciar a ser útil a los necesitados y una cobardía ceder el paso a los indignos.”
Es por ello que en estas fechas estamos en el umbral de la dictadura o, si gustan,de un gobierno arbitrario el que, como dijo Federico Ratzel, tiene su base, no en la fuerza del Estado o del jefe , sino en la debilidad moral de los individuos que se someten casi sin resistencia al poder dominante.
Ahora considero que cada quien habrá de tomar, cuánto antes, una decisión respecto a si se van a ceder espacios a los indignos; se van a someter sin resistencia al poder dominante, o si se va a luchar por salvar a México. Chihuahua, Sinaloa y Sonora, ya empezaron.
Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo por el autor y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.