Lic. Francisco Sunderland Álvarez
A México le urge una ablución. No es posible tanta indolencia y pasividad ante los latrocinios brutalmente ofensivos de los que somos objeto. Las mentiras tan infantiles que el pueblo cree a pie juntillas; los miedos tan sesudamente elaborados para que hagan temblar y paralizar a la población obligándola a que crezca la ignorancia y deje hacer y pasar todo tipo de ofensas que se generen día a día provocando un enardecimiento dentro de la ira colectiva que llegará a desbordarse rompiendo ese silencioso crecimiento.
Me gustaría saber de alguno (de los integrantes del Congreso de la Unión), al menos, uno solo de sus integrantes, que se haya parado frente a sus electores defendiendo la libertad y confrontando las agresiones al pueblo.
No solo las injurias, mentiras, calumnias, sino el hecho de aguijonear a la “raza”, a la nutrida ignorancia para que se sumen a caprichos tendenciosos que dividen, restan y destrozan la unidad nacional, sino que, también el hambre, toda vez que el salario mínimo ya no alcanza ni para la dizque canasta básica. Los precios del frijol, huevo, maíz, tortilla, pan, verduras, etc., están inalcanzables y es más, ya ni para hacerse ilusiones es suficiente.
Toda esta realidad riñe con quienes presumen de sentirse elegidos o apóstoles al predicar falazmente todo lo que dicen, en particular la pobreza franciscana. Lo único que queda a la vista, es un caballo retinto, un caballo alazán que es montado por el jinete de la guerra que cabalga con los otros corceles apocalípticos.
“Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente que decía: <<Ven>>. Entonces salió otro caballo, alazán, bermejo, rojo, al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros, se le dio una espada grande.” (Ap.6,3-4)
Seguramente estos falsarios irán a orar a los templos, como aquellas lastimeras personas que se dedican al comercio carnal o a robar y que van a pedir que les vaya bien y que no los pillen en su habilidad para engañar a los demás.
Ustedes concluyan, apreciados lectores (y no salgo con la embajada de “lectoras” y “lectores” porque gramaticalmente, conforme a nuestro idioma, es correcto como lo he escrito: “lectores”) que habrá de tener a la vista las palabras expresadas por el Papa Francisco I cuando precisó: “Involucrarse en política, es una obligación para un cristiano. Nosotros no podemos jugar a ser Pilatos. Lavarnos las manos. No podemos. Debemos involucrarnos en la política porque es una de las formas más altas de la caridad. Porque busca el bien común y los laicos cristianos deben trabajar en política. Alguno me dirá <¡pero no es fácil!>. Bueno, tampoco es fácil ser sacerdote. No son cosas fáciles, porque la vida no es fácil. La política está muy sucia. Pero me pregunto: ¿está sucia por qué? Porque el cristiano no se involucra en ella con espíritu evangélico… Es fácil decir <la culpa
es de los otros> pero yo, ¿qué hago?… ¡Es un deber el trabajar para el bien común; es un deber para un cristiano! Y muchas veces, el camino para trabajar es la política…”
Pero también precisó: “A cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales o por el espejo, a quien le gusta el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados, los autos de lujo, le aconsejaría que se fije en lo que está pasando en su corazón… Pero, parafraseando a un ex Presidente latinoamericano puntualizó… “es preciso decir que el que tenga afición por todas esas cosas, por favor, que no se meta en política, que no se meta en una organización social o en un movimiento popular, porque va a hacer mucho daño a sí mismo y al prójimo y va a manchar la noble causa que enarbola… Y tampoco que se meta en el seminario…
“… Frente a la tentación de la corrupción, no hay mejor antídoto que la austeridad, esa austeridad moral, personal y, practicarla, es predicar con el ejemplo. Les pido que no subestimen el valor del ejemplo porque tiene más fuerza que mil palabras, que mil volantes, que mil “likes”, que mil “corazoncitos”, que mil videos en youtube. El ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común…”
Y la traición al pueblo, al juramento de cumplir con el texto constitucional, está, precisamente en predicar irritando a las masas de ignorantes y abusando de la tolerancia a la descomposición del cuerpo social, además de permitir, tolerar y cínicamente aceptar, la corrupción y ofensivo enriquecimiento de sus sumisos colaboradores y parientes entre si.
Ojo, el ejemplo debe ser real de una vida austera, no una declaración de austeridad o de pobreza “franciscana” cuando la realidad del parlanchín es totalmente distinta. Uno de sus vástagos viviendo en el Reino Unido o por aquellos lares, otro en USA o tal vez ya de regreso a este país y el otro que se encuentra en un palacio recibiendo capacitación cubano/venezolana.
Pero eso no es lo peor. Creo que lo abominable es el pulular de tantos ciegos y sordos que creen semejantes mentiras y calumnias y las defienden porque es lo que les conviene y no porque sea lo conveniente; porque su buena fe y limpio corazón rodeado de tanto daño que se ha hecho al pueblo durante decenios, los hace creer aunque sean falsedades, mentiras, verdades a medias, calumnias,
México está en tinieblas, ojalá pronto la luz de la verdad, haga añicos la oscuridad que, hoy por hoy, prevalece.
Universalmente les deseo, hoy y siempre, Salud, para que logremos nuestros objetivos en la vida. Fuerza, para que no nos desalentemos ante las adversidades y, Unión, para que no seamos divididos en nuestras convicciones. Prohibida su reproducción parcial o total. La copia o distribución no autorizada de este artículo y, en su caso, su correspondiente imagen, infringe los derechos de autor.